La gestión del arbolado urbano y la responsabilidad social

Cuando llega el otoño, por los profesionales de la jardinería llega un tiempo cargado de contradicciones. Por un lado llega una de las épocas más espectaculares del año ya que, coincidiendo con dos factores como son la bajada de temperaturas y la disminución de las horas de insolación, la mayoría de los árboles de nuestras latitudes de hoja caduca comienzan su preparación para pasar el invierno. Todos estos cambios provocan una serie de reacciones químicas que, por resumirlo rápido, detienen la producción de la clorofila. Cuando la clorofila pierde protagonismo (asociada al color verde) aparecen en las hojas otros pigmentos, hasta entonces escondidos, que son los responsables de los colores característicos del otoño. Paralelamente, este proceso termina con la caída de las hojas.

Una vez el árbol ha hecho esta parada vegetativa y se pone a "dormir" es cuando toca hacerle algunas podas para seguirlo adaptando a un entorno por el que no estaba pensado como aceras estrechas, semáforos, etcétera.

Pero qué pasa realmente? Los profesionales nos encontramos con la necesidad de nuestros clientes de iniciar las campañas de poda durante el mes de noviembre para evitar grandes cantidades de hojas caídas, un mes donde los árboles todavía están en pleno espectáculo de colores y donde aún no han "chupado "toda la energía de sus hojas, donde las ramas todavía trabajan para acumular los nutrientes de las hojas y, por tanto, donde los cortes que le hacemos le provocan una herida abierta, posible entrada de hongos, enfermedades y, a la larga , un punto de anclaje débil para las futuras ramas.

El papel de los gestor públicos en este sentido no es nada fácil, ya que la mayoría de veces se encuentran con árboles que ya se plantaron en lugares inadecuados, y que por tanto cuando han crecido han necesitado podas para poder ubicarlos, y ciudadanos acostumbrados a no ver ni una hoja en el suelo que exigen las podas de los árboles de sus calles.

Pero cada vez más, parece que la tendencia está cambiando y se opta por soluciones de gestión de arbolado sostenibles. ¿Qué significa una gestión sostenible del arbolado?

  • Selección de especies adaptadas al clima; buscar especies autóctonas o de climas similares para poder asegurar su adaptación al medio.
  • Creación de marcos de plantación adaptados haciendo alcorques de grandes dimensiones que dan un espacio mucho mayor para vivir a las raíces de los árboles y así no tienen que ir a buscar agua a la superficie y por tanto levantar las raíces.
  • Selección de espacios abiertos donde los árboles puedan desarrollar su copa sin problemas; proyectar el árbol para dentro 10-20 años y por periodos de semanas.

Todas estas decisiones nos han llevado a reducir de forma drástica la poda en algunos de los municipios, a la vez que se ha creado un paisaje urbano mucho más agradable para las ciudadanas que viven o pasean.

A Viver de Bell-lloc trabajamos con vocación social, y así entendemos también la jardinería. Por eso creemos en la importancia de los espacios verdes urbanos como factor beneficioso en la salud mental y trabajamos para potenciarlo.

Según el Instituto Global de Salud de Barcelona, una mayor disponibilidad y acceso a espacios verdes podría promover la salud mental en proporcionar un refugio tranquilo, restaurador y sereno. Incluso sólo con acceso visual,Exposición a espacios verdes podría reducir el estrés y restaurar la capacidad de prestar atención y concentrarse. más información aquí

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, concluye que los niños que están en contacto con la naturaleza tienen un 55% menos de riesgo de desarrollar varias enfermedades psiquiátricas, Como ansiedad o depresión, más adelante en la vida. De ahí la necesidad, insisten los autores de este trabajo, de rediseñar las ciudades para que incorporen más verde y sean más sostenibles y saludables. Más detalles del estudio aquí.

Todos estos estudios sólo ponen de relieve lo que el sentido común ya nos hace ver cuando nos encontramos ante un árbol tanto majestuoso como es el Ginko de la plaza de Can Dachs de la Garriga o el roble del hospital de Mollet del Vallés, presente antes de su construcción y que no sólo se respetó, sino que forma parte de su logotipo.

Sergi Pujol

Director Área Empresarial 'Helix' de Fundación Viver de Bell-lloc

 

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